Ya no estamos para estos trotes. Por lo menos, un par de nosotros. En un rato hay que yugarla, y el cuerpo ya factura estos desajustes. Pero, más allá de las evaluaciones psico-físicas respectivas, corresponde un nuevo aplauso para los pibes de la SubComisión. Los que alguna vez habíamos pasado por el viejo Saint Thomas volvimos a vivir un momento emotivo, que encaja perfectamente con lo que entendemos que es una celebración de la historia: algo tangible, no tan solemne, y que nos permite reencontrarnos con aquellos que han forjado lo que somos.
Un detalle que le faltó a la organizacíon: repartir cataplasmas a la salida.
28/3/08
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