27/3/08

Soberbia - Jorge Lanata

¿Quiénes eran? ¿Por qué salieron? ¿De dónde venían?

La pregunta recorrió ayer la política, los medios y la calle. ¿Eran, como gritaba afónico D’Elía, golpistas del Barrio Norte? ¿Eran militantes de Carrió, como sugirió Alberto Fernández? ¿Era la alianza obrero-campesina, como trasnochó un sector de la izquierda? ¿Quiénes eran?

El martes a la noche algunas decenas de miles de personas en todo el país protestaron contra la soberbia. La mayoría no tenía ni tendrá jamás negocios en el campo, y si tuvieran que dibujar un pollo lo harían en el horno y no picoteando por la tierra. Pero están hartos de la soberbia, de los que siempre tienen razón en todo, de los que se apuran a señalar al enemigo, de los que dicen que quieren dialogar pero primero dictan los decretos. El análisis del Gobierno fue lineal: digamos que la culpa del desabastecimiento es de los que cortan las rutas. Es cierto, pero nadie lo vive así. Ellos cortan las rutas porque el Gobierno empezó primero cortándoles sus ingresos.

–Quienes corten las rutas irán presos –dijo, desafiante, el ministro Aníbal F.

¿Qué hará entonces el Gobierno con el corte de Gualeguaychú? ¿Hay distintos tipos de derechos, o de cortes?

El martes hubo, en la calle, personas hartas de convivir con leyes para uno y leyes para la gilada.

–Siempre estuvimos dispuestos a dialogar. Pero las retenciones no se modifican –dijo el ministro Lousteau.

¿Dialogar, entonces, sobre qué?

El martes hubo, en la calle, personas que saben que se dialoga de a dos y el resto es, simplemente, hacer la venia.

En la noche del martes, llamados oportunos del Gobierno “sugirieron” a los medios que mostraran la imagen de la Sociedad Rural. El Gobierno quería más Miguens y menos Federación Agraria. Lo que se veía en las rutas no eran millonarios: era gente del campo que en la última elección había votado por Lavagna o por Cristina.

El martes también fue bizarro: el error de la Presidenta sobre la laguna La Picasa (mencionada al solo efecto de demostrar su conocimiento del interior, que evidentemente no es tal), la reaparición de Samid y los juegos gimnásticos de D’Elía aportaron ese agobiante humo que aparece cuando sentimos que nuestro país no tiene destino.

El martes a la noche alguien decidió que la patota actuara con libertad plena, sin policía a la vista. Por milagro no hubo muertos ni heridos. La irresponsabilidad de quienes sacaron a la calle “espontáneamente” a piqueteros rentados es atroz.

Como si no hubiera alcanzado la soberbia del discurso, la decisión de disponer fuerzas de choque en la calle fue echar más y más nafta al fuego.

–Están discutiendo plata –escuché anoche a alguien, displicente, descalificando la protesta.

No. Están discutiendo otra cosa. Quieren ser tratados como personas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amigos, coma? el blog esta muy, pero muy bueno, a pesar de no sentirme siempre identificvado esta muy pero muy bueno, en serio.
Ahora si la critica feroz, jajja, no pueden poner una nota de Lanata, y menos hablando de Sobervia, jajaj, Ni los avaros sin limite del campo (si no te alcanza 10 o 100 hectareas vendelas y dejate joder), ni los siempre avaros, ladrones y burocratas del gobierno, este y pasados, ni el chanta de Lanata, lejos de esa imagen del periodista inteligente y cerca del estilo de Majul.
Nada eso solo, lo que me paso es que me caen muy simpaticos y esta nota la verdad me hizo calentar, ya se, me podran decir que lo hacen ustedes (este espacio) y ustedes hacen lo que quieren, lo que paso es que me cae muy simpatico el blog y ademas son cuervos, asi que no puedo enojarme con ustedes (como homero abrazando el sandwicho sanguche , que lo intoxico). Basta de pavadas. saludos

Unknown dijo...

Hola queriga gente de este muy lindo blog:

Ya ñes he dejado un cometario en alguna otra entrada. Este aporte es simplemente para manifestarles que Lanata es una señora gorda y muuuuuy gorila,y que el destaque de una nota (notita) de él en vuestro blog me parece, cuanto menos, innecesario. Hay verdaderos intelectuales (y de diversas perspectivas ideológicas, inclus, más gorilas que Lanata) que podrían enriquecer esta bonita página. Lanata es un producto para la gilada (su nuevo mprendimiento periodístico es lamentable). Saludos.

SoydeBoedo dijo...

REHENES DE MONSANTO

Dedicado a la gente del Mocase, y a los expulsados por la soja, la codicia, la ineptitud de los gobiernos, las topadoras y los plaguicidas. PorDr. Raúl A. Montenegro, Biólogo.
Premio Nóbel Alternativo (Estocolmo, Suecia)
Presidente de FUNAM.
Profesor Titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina).

Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías. Qué duro es ver que el gobierno nacional y los ruralistas luchan entre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero. Qué duro es ver cacerolas relucientes y llenas de soja RR en el asfalto civilizado de Buenos Aires. Que duro es ver las cacerolas renegridas y sin tierra de los campesinos de Santiago del Estero. Que duro es ver a los estudiantes de universidades argentinas con sus carteles de apoyo a los ruralistas en huelga, como si Monsanto y el Che Guevara pudieran darse la mano. Que duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja maldita. Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel. Qué duro es ver el rostro reseco de Doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja. Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos. Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló en nombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte. Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado. Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas. Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales. Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo. Qué duro es recordar que el 80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados. Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte. Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena. Qué duro es saber que miles de Argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja. Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos. Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y que Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana. Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo. Qué duro es comprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de Argentinos que todavía no nacieron. Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan. Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche solo circularán en la casi clandestinidad mientras Monsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua. Muy cerca de ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.

Dr. Raul A. Montenegro, Biologo
Presidente de FUNAM
Premio Nobel Alternativo 2004 (RLA-Estocolmo, Suecia).
Profesor Titular de Biologia Evolutiva,
Universidad Nacional de Cordoba (Argentina)

SoydeBoedo dijo...

"Las retenciones no son el problema"
Claudio Lozano*
El campo argentino actual poco tiene que ver con el que teníamos hace 20
años. Se ha impuesto un modelo de alta concentración y dependencia
tecnológica asentado en una matriz productiva que abandonó la perspectiva de
una producción centrada en el desarrollo de alimentos de gran cantidad y
calidad. Y se consolida la producción de forraje barato (pasto-soja) para
vender a China, India y a la Unión Europea, subsidiando la industrialización
de estos países y paralizando la nuestra. Este proceso se hace a costa de
debilitar la ganadería, la producción láctea, la porcina, frutal, ovina,
hortícola y otras producciones regionales.

Este modelo sojero, además de romper la soberanía alimentaria de la
Argentina, destruye puestos de trabajo y debilita a los pequeños y medianos
productores ya que mientras la soja genera un puesto de trabajo cada 500
hectáreas, la economía familiar crea 35 puestos de trabajo cada 100
hectáreas. Situación que se empalma con el hecho de que la soja demanda más
de 500 hectáreas para que una unidad productiva sea viable y autosuficiente.
Es en este contexto de debilitamiento de los trabajadores del campo (el 70%
está en negro) y de debilitamiento de la pequeña producción rural que debe
inscribirse el conflicto actual. Se expresa en él la bronca acumulada de los
pequeños y medianos productores (los que efectivamente sostienen los cortes)
frente a un gobierno que jamás reconoció su situación y que hace gala de un
discurso perverso (incluso dice querer "desojizar" el campo), cuando en
función de la construcción de su caja fiscal fue hasta hoy socio pasivo del
"boom sojero" por la vía de las retenciones.

Tiene sentido la aplicación de retenciones en el marco de un Plan Nacional
de Desarrollo Agropecuario que reoriente el destino del campo en función de
profundizar la agregación de valor, generar empleo, repoblar el país y
aumentar el número de productores.

Profundizar el uso de las retenciones sin plan produce lo que hoy estamos
viviendo. Conduce a que los productores más débiles vivan como única
alternativa la mejora del precio internacional y perciban a las retenciones
como una creciente confiscación. La política irresponsable del Gobierno de
contentarse con su socio del boom sojero ha terminado emblocando a los
pequeños y medianos productores en el cuestionamiento a las retenciones
junto a los beneficiarios y promotores del lamentable modelo sojero adoptado
por la Argentina.

Las retenciones no son el problema. Aun con ellas, las utilidades por
hectárea crecen, ya que los precios internacionales crecieron más. Menos aún
son un problema las retenciones móviles (suben o bajan según se comporten
los precios internacionales) y que discriminan en contra de la soja y en
favor del maíz y el trigo. Las retenciones son necesarias porque permiten
captar la ganancia diferencial que surge como resultado de la suba de los
precios internacionales (no del esfuerzo del productor) y posibilitan
diferenciar entre precios internos e internacionales. No obstante, tienen el
límite de ser un instrumento único que opera sobre una cadena de producción
y comercialización donde priman las diferencias y las heterogeneidades.
Diferencias que exigen más instrumentos y nuevas herramientas (Junta de
Carnes, de Granos, de Producciones regionales, etc). Por ende, sólo son
sustentables en base a un plan que replantee el uso y tenencia de la tierra
haciendo consistente el desarrollo del sector agropecuario con las
necesidades del conjunto de los argentinos.

*Diputado Nacional Mesa Nacional CTA

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Jorge Garaventa
jorgegaraventa@hotmail.com.ar
MSN jorgegaraventa@hotmail.com
www.jorgegaraventa.com.ar