Particularmente, cada vez que nos toca enfrentar a estos descastados de Liniers, miserables con pretensión internacional, el humor es aún más tumultuoso. Se desea una goleada inapelable, que deje de lado toda referencia comparativa entre la Grandeza propia y la injustificable aspiración de estos cachafaces venidos a nuevos ricos.
Llegamos sacudidos de emociones y traslados, con el alma en expansión y los cuádriceps inciertos. Venimos de un par de años sin recordarles a estos tipos quién es quién en este asunto del fóbal grande. El sol raja la tierra y parece esconder una sonrisa amable. En Boedo, ya, una muchedumbre interesante renueva su compromiso con los colores de siempre, en diseño aggiornado (esperamos dejar de lado por un rato la habitual torpeza y conseguir imágenes de la presentación de las nuevas camisetas).
La moneda está en el aire. A la noche, Gloria o Devoto, más novedades para este boletín.

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