21/3/08

Hubo un tiempo que fue hermoso

Las palabras sorprenden, afortunadamente, aún a quienes procuramos administrarlas. Así, la idea original de este texto se vinculaba a dos aspectos que refrescan infancias no tan lejanas: el fútbol propiamente dicho y sus rituales, que incluían algunos respetos olvidados.

Cuando éramos chicos, hablar de fútbol era eso: el debate sobre tal o cual jugador, el recuerdo de un partido hermoso o de algún bodrio de esos que cada tanto tocaba soportar. Hoy, nunca más vigente, el problema incluye un azar tan significativo como intentar saber si uno va a volver de una cancha.

Y refiriendo puntualmente al tema que dio nacimiento a este texto, los no firmantes de estas líneas arrancamos el viernes, atiborrado de soledad en el Boedo Santo, cavilando sobre las mejores maneras para acercarnos hasta Sarandí en la tarde de hoy. De pibes, ni al más atrevido hereje se le hubiera ocurrido tener que diseñar un plan para ir a la cancha un Viernes Santo. De a poco, el negocio se ha ido devorando los últimos rastros de algunas culturas, con las que puede coincidirse o no, pero que venían resistiendo incólumes durante la friolera de dos milenios.

Pero, al disponer un título y encontrar una imagen, aparecieron inmediatamente dos cuestiones en las que ahora preferimos pensar. De mayor a menor, la inicial remite al rendimiento del equipo. Está fresco el festejo del Clausura 2007 como para sentirnos hoy tan pendientes de un match que debería resultar tanto más sencillo.

La última, pero no insignificante, también relaciona aquella celebración con este momento. Entonces, nueve meses atrás, el fulano de la foto era titular, capitán, emblema y hasta goleador (creemos recordar, sin estadígrafos a mano, que metió cuatro pepas en el torneo). Hoy deambula entre el banco de suplentes y el olvido, y se codea más con el escándalo que con la red.

Que la Pascua nos ilumine. Que, por un ratito, algunas cosas vuelvan a ser como fueron cuando éramos más felices.

Como cada viernes, esperamos regalarles más tarde algún comentario interesante o -cuando menos- insidioso del habitual desayuno.

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