1/4/08
Bajando la cuesta
Es que siempre tenemos algo más para pedir, Señor. Que no nos vayamos a la B, que volvamos, que se haga la cancha nueva, que cortemos la racha de los 21 años, que venga la primera Copa Internacional. Y cada vez intentamos engrupirte con lo mismo: es la última, danos ésta y quedamos hechos. Pero somos unos embusteros de poca monta, unos chiquilines en envase XL, incapaces de engañar con eficacia. Siempre sabemos que vamos a volver, con muchas misas en deuda, algunas promesas pagadas en cuotas y algún catálogo remozado de mangazos.
Entonces, hasta anoche, era "dejanos ver el Centenario, ordenamos los papeles y nos llevás cuando necesites personal". Pero ahora, desvencijados por los años, las emociones y las sacudidas (si Ud. superó los 50 y los 90 kilos, y anda con algún achaque óseo, sea piola: no ande saltando como un mico, por más que no sea ni del globo ni bostero, o cómprese una bolsa de hielo cuando vuelve a la catrera), queremos añadir las dos últimas, las del estribo, las que venían en lugar de las papas fritas. A como va el asunto, casi podríamos alegar que se trata de minucias, de pequeños detalles que a Vos no te van a cambiar la cuenta. Si con nosotros la libretita del fiado ya defaulteó, Señor. Deberte 100 ó 102 va para la anécdota estadística.
Por eso, si está a tu alcance, nos complacería particularmente pensar que una tarde cualquiera vamos a andar peripateando por Avelino Díaz, distraídos, en la búsqueda de un café que nos permita recrear la amistad, y que la visión va a verse interrumpida por esa presencia hoy camuflada. Que un día el Gasómetro va a volver a erigirse majestuoso y eterno, que vamos a poder entrar a ver un partido ahí, o aunque sea a sentarnos en unos tablones para mirar la tarde, para sentir el imponente esqueleto de hierro y madera sobre nuestras cabezas, que nos permita saber que estamos nuevamente en casa, sin los Viejos, pero protegidos de todo.
En el camino, que ojalá no sea demasiado extenso, fijate si combinás apenas las ecuaciones para que nos toque la Copa. Que no va a cambiar nuestra grandeza, está claro, pero que nos va a sacar la espina cruzada y que va a aventar los comentarios de la gilada.
Ahí sí, con eso se cierra el sport. Baldeamos bien todo, afeitada a pelo y contra, y nos sentamos a esperarte con un matecito, para cuando dispongas. ¿Tokio? ¿El Campeonato Mundial? Pero, Viejo, tampoco somos abusadores. Eso, si queda lugar, te lo pedimos la vez que viene. La última.
Con permiso, es hora de recoger los trastos de esta maravillosa fiesta (Eternamente Gracias, muchachos de la SubComisión). Acá abajo, en nuestra calle, se terminó la fiesta. Pero habrá otras, palabra de Cuervos.
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1 comentario:
BRILLANTE! me emocionaste loco, en serio, mistica de barrio y poesia.
Un abrazo, segui asi.
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