19/4/08

Arde la Ciudad


De a poco, los argentinos vamos completando una suerte de paracultura absoluta: granizo, secuestros virtuales, nieve, violencia escolar, retenciones al agro, humo. Como en esas colecciones de fascículos que aparecen sin orden determinado, nuestra biblioteca de catástrofes y pesares va poblando cada anaquel.

Sin contaminar excesivamente estos desvaríos con la individual mirada política, produce azoramiento escuchar a los funcionarios encargados del medio ambiente, la seguridad o la justicia indicar que la responsabilidad es de productores agropecuarios, autores de incendios a granel en la zona norte de la Provincia de Buenos Aires. Ninguno de los aquí presentes tiene conocimiento suficiente para controvertir esa afirmación, pero -con la exclusiva colaboración del sentido común- nos preguntamos si, conforme la lógica expuesta, el siguiente paso de comedia consistirá en anunciar que la culpa de la inseguridad es de los ladrones.

Los periodistas, tan disciplinados a golpe de pauta publicitaria, omiten cualquier repregunta que pueda inflamar el botox presidencial, y todos nos vamos a dormir con la convicción de que nada pudo hacerse para evitar esta hostil sensación de masticar arena, con la que vamos resignándonos a convivir.

Tranquilos, queridos conciudadanos: parece que el martes llueve y que se despeja el humo. No hay tantas garantías, sin embargo, de que el potencial chubasco solucione el resto de nuestras afecciones, pero tampoco es prudente pedir tanto. Ojalá, sólamente, que en el fascículo de la semana próxima no nos toque la frecuente lección denominada "inundaciones". En nuestro barrio ya la vendieron hace unas semanas.

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