Nadie sabe cuánto queda de recorrido. Hay miradas exitistas y catastróficas, conviviendo -incluso- en el mismo esqueleto. Pero hasta el más pesimista, el desconfiado pertinaz, le ha acomodado un rinconcito confortable y fresco a la esperanza. Que hoy casi se va al quinto infierno en un par de llegadas de estos condenados, que de a ratos parecían empecinados en renovar su hostil predominio. Por eso el final tuvo tanto de alivio, de recuperación respiratoria, de taquicardia sincopada.
Ahí anda San Lorenzo, dando pelea de igual a igual con los toritos de la cuadra, con la frente bien alta y la moral sólida como el granito. Y con una multitud que duele de verla, tan forjada a golpes de sufrimiento y contracción. En una semanita nos cargamos a los de Villa Luro y sus pretensiones, y a los dos gigantes del poder político-mediático. Las credenciales sostienen esta pretensión noble, postergada y -opinamos nosotros- merecida.
Por las dudas, un pedido: si hasta acá llegamos dando todo lo que hay (poco, mucho, suficiente, según el caso), no empañemos el trayecto con planteos mezquinos, condenados al sufrimiento estético y al resultado complejo. Vayamos con la entereza azulgrana hasta La Plata y Núñez. Y después, sí, que la ruleta elija el destino de sus rebotes sin sentido. Con todas las fichas sobre el paño, y la vista fija en el horizonte.
Video - Resumen del partido - San Lorenzo 2 vs. River 1