Doce horas y media, setecientos cincuenta minutos y una cifra inasible de segundos. Es lo que falta para que arranque la ruleta rusa. Pero el corazón ya galopa, abstraído de precisiones cronológicas y de datos ya irrelevantes. ¿Hace más frío del que dice la radio, o somos nosotros, los años, los sufrimientos y las angustias?
Que nunca perdimos ahí por la Copa, que el árbitro o el línea, que la formación de uno u otro. En algo más de un rato, todas esas cuestiones integrarán el decorado lejano de la historia.
Si hasta pensamos en las cuentas que no nos dan, para un eventual viaje al Ecuador. Es lo único que se perfila en el horizonte que dibuja la esperanza. Baqueteada, por cierto, después de tantos y tantos años de masticar arena.
Es el momento, Ciclón. El salto de osadía para demostrar que esta vez va en serio, que nos llegó el día de pago a los que tantas veces nos volvimos con la cabeza gacha del cajero.
Nos volveremos a encontrar de noche, o de madrugada, después de haber desafiado el tornillo en ese rincón cercano al cielo, donde tantos seres queridos van a remar el aliento incesante con nosotros.
8/5/08
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario