26/5/08

"Tener mucha guita no es tan fácil"


En la época en la que el Diego empezó a patinar y a ser noticia más allá de la pelotita, se instaló en toda la sociedad un debate en el que cada cual sostenía su propia pavada, con la impunidad científica de un filósofo cósmico. Con ese espíritu democrático, un señor mayor, personaje del Barrio de Boedo, sentenció: "Muchachos, no se puede juzgar tan fácilmente. Ese muchacho nació en la pobreza y ahora está forrado en oro. Tener mucha guita no es tan fácil". En el grupo de amigos de la juventud, la sentencia funciona como una pequeña broma interna, porque la escena real se completa con una descripción del emisor: un hombre que jamás había salido del Barrio, que vivía en una casa modesta y que no tenía más posesiones que sus módicos conocimientos de la vida.

La anécdota viene a cuento de una sensación que nos empezó a recorrer la noche misma de la Epopeya de Núñez, y que terminó ayer en forma de parábola. San Lorenzo tocó el cielo con las manos en aquel empate épico, para no volver a tener un resultado favorable en ninguno de los partidos que le siguieron (Independiente, Liga, Huracán, Liga de nuevo), mientras la expectativa crecía sin medida. Anoche, pasada la euforia y en medio de una desértica melancolía, el equipo volvió a la victoria. Como confesando que al plantel, al Club y acaso a nosotros mismos nos es ajena la lógica del éxito, la posibilidad de "creérnosla". San Lorenzo gana cuando va de punto, pero le cuesta el triple empuñar el sabot.

Acaso ésa sea una explicación posible para la prolongada frustración copera. En una competencia de catorce partidos, se hace muy difícil llegar al décimo sin levantar la perdiz, sobre todo porque en la fiesta van quedando pocos. Pero ahí es donde las miradas apuntan al novio de la nena, y el tipo descubre la rotura en los lienzos. Para completar la metáfora, anoche, el paraguayo -villano setenta y dos horas antes- clavó dos goles. No hace falta agregar demasiada explicación, probablemente.

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