24/5/08

Back on the road

Es duro arrancar. Hay un dolor muy profundo, una sensación espantosa de decepción renovada, de lección inútil. Quienes siguen estos envíos habrán visto una notoria merma en las últimas semanas. Algunas actitudes del combo futbolistas/entrenador/dirigentes, sumadas a la beligerante manera de debatir de nuestro pueblo sanlorencista en cafés, foros, listas de correos y otros medios, funcionaban como un freno para compartir pequeñas historias, pensamientos simples como los que pueblan este espacio. A la vez, y aunque pretendiéramos silenciar las maquinaciones neuronales, sonaban como un aviso subliminal que anunciaba el inminente final de la vendimia y el inicio de otro tiempo de peleas, agravios, insultos, descalificaciones.

Ayer (o en estos días, la vóragine es cruel), alguien escribió una reflexión que nos pareció interesante en el foro de DBV, luego recogida en el blog DebateCuervo. Además de compartir buena parte de lo que expresa ese texto, entendemos que se puede forzar un escalón más el razonamiento, animándonos a llegar al hueso en este momento tan bravo. ¿Es lógico suponer que un Club que doce horas después de un partido tan trascendente muestra ya los signos del "cabaret", está o estuvo enfocado seriamente en la obtención de un logro tan anhelado? O, aún más cruel: ¿se puede construir un Club -algo que requiere tanto de un tejido social- en estas condiciones? Las respuestas instintivas son amargas, pero podrían invitarnos a reflexionar y analizar más a fondo el modo de revertirlas.

Aunque parezca contradictorio, estamos seguros de que no hay que trabajar para ganar la Copa, como tantas veces se anunció pomposamente: hay que refundar el espíritu inicial, la mística, la solidaridad, la cultura. Respetar a los Viejos, escuchar a los Jóvenes, invitarlos a trabajar mancomundamente, oir y expresar proyectos, discutirlos con buena fe y argumentos serios. Mejorar las condiciones de trabajo, la infraestructura, proponerse un plan de fútbol que supere la distancia que nos separa de la punta de la propia nariz, con particular hincapié en las inferiores. Entonces, sí, vamos a tener los elementos para pegar el manotazo soñado y darnos un abrazo tan grande como el del jueves, pero con lágrimas distintas.

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