7/5/08
¿Cómo olvidarla?
Algunos de nosotros pasamos una parte importante de la infancia y la adolescencia entre esos tablones y parantes de hierro, algún otro apenas vio los capítulos finales de su gloriosa mitología, y no falta el purrete que sólo la miró con ojos ajenos y que escuchó relatos de la Familia y el Barrio.
Nunca sabremos si, en efecto, tuvo la dimensión que nosotros le adjudicamos o si, en cambio, constituye un ancla de un pasado más feliz, con menos preocupaciones cotidianas. En cualquier caso, es un lugar que eriza una colección de nostalgias, de algunos Padres que nos iniciaron en el rito y hoy nos miran desde Arriba, de Amigos que fueron quedando en el camino, de las locuras del Bambino, la prestancia del Tucumano, la potencia del Lobo y la sagrada criminalidad del Gringo, por no enumerar los cientos que vistieron la azulgrana o los miles que fundaron ese mito en cada disciplina.
En gran medida, el Gasómetro es el lugar donde se fundó y se selló la Amistad de los aquí presentes. Le debemos mucho, aún para nuestros frugales monederos. Ojalá que alcance la vida para devolverle un poco.
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