1/6/08

¿A quién le importa?


Un millón de veces lo dijimos. No hay inconveniente en repetirlo hasta el hartazgo (acaso el obstáculo resida en que el hartazgo es un mojón superado en este camino amargo): se pueden perder uno, dos, muchos partidos. Pero perderlos contra un rival tan pequeño, en medio de estas versiones cabaretescas, da mucha bronca. Casi nadie se preocupa por los hinchas. Probablemente, ni siquiera nosotros seamos capaces de preocuparnos y protegernos recíprocamente.

Ramón Díaz se fue en noviembre, lo anunció el miércoles y lo concretará esta madrugada, casi con seguridad. Silvera se escapó de la concentración a fin de año, y volvió un rato/horas/días después. El cierre del 2007 fue con la gente del Ciclón destrozándose las palmas para celebrar que habíamos "burlado" a River, para consagrar un gol de Silvera a los pobres jujeños y hasta para entretenerse con la mofa que significa que Emiliano Díaz haya disfrutado de la impunidad de vestir la azulgrana.

Entonces, muchachos, a llorar a la Iglesia. Podemos quejarnos de la AFA, los árbitros o el monopolio Clarín/TyC/Cosa Nostra, y acaso no nos falte razón. Pero un día vamos a tener que mirar para adentro, levantar bien las persianas que ocultan la mugre y pegarle una buena baldeada al patio. Hasta entonces, seguiremos vivando a cualquiera que venga a jugar con nuestra baqueteada esperanza.

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